miércoles, 22 de abril de 2009

CARTA A BEATRIZ

Encerrado en las mazmorras de mi melancolía, escribo estas líneas dirigidas por mi desasosiego. He intentado en vano olvidarte. De noche, cuando dialogo con el espectro del amor, él no me da respuestas. Mi congoja es superior a mi deseo de voluntad. El olvido, como te dije aquella tarde, no es una virtud de los mortales. Nos diferenciamos de los dioses porque ellos no pueden recordar. La memoria de los días me ha condenado a recordarte. Una simple brisa que se cuela por los orificios de esta casa, se convierte por obra y gracia de tu aroma, en punzadas lóbregas que atraviesan mi corazón. ¿Debí jamás haberte conocido? Quizás, pero bien vale el dolor cuando conservo en las pupilas el resplandor de tu rostro, tu piel blanca y delicada que alimenta la luz de los espacios, tu voz, sucesión de armonías que trastocan el sendero de la existencia.

Amada, no sé si el destino, que se ensaña contra mí en cada curva, me permita volver a contemplarte. Sólo anhelo resistir a mis enemigos, o más bien a los enemigos de este amor. No decidí yo enamorarme, el amor me habitaba desde antes, tu fuiste la resurrección del mismo. Descreo del futuro, pero estoy condenado a difuminarme en su misterio. Mientras no estés a mi lado, vagaré de tiempo en tiempo, buscando un momento en el infinito de la vida, en donde pueda habitar contigo.

Ellos vendrán por mí, quizás en este momento golpeen a mi puerta y sus bayonetas traspasen mi corazón, pero estés segura de que eso no asesinará mi amor, lo hará más grande. Sólo espero que esta carta escrita bajo el influjo de la desolación y la esperanza, pueda reposar por un segundo en tu pecho, eso garantizará mi larga espera.

Montañas de Bujía. Julio 14 de 1880.


Aclaraciones: La carta está fechada con julio 14 de 1880. Existen al menos tres manuscritos cuyas versiones difieren en poco, fechadas en otros tiempos. Estoy intentando verificar la validez de las mismas, es decir confronto la caligrafía de Rogelio, para poder darle crédito a las mismas, porque la lógica de esta época no permitiría validar tales existencias. La foto de Beatriz la recuperé de los archivos del difunto maestro Echavarría, y el título de carta la coloqué yo, en realidad el manuscrito iba sin destinatario, pero sabemos que esto lo hizo Rogelio con el fin de evitar ser interceptada por sus enemigos.

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